La reactivación de obras ha permitido aliviar las dificultades del sector y de los trabajadores.
El 25 de junio, la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) realizó una actividad virtual en la cual reveló quecasi la totalidad de los 2.600 proyectos que frenaron obras por el impacto delcovid- 19, empezaron a reactivarse en 140 ciudadesdel país, aportando además a la recuperación gradual de más de 600.000 empleos.
Cinco días después, el Dane reveló el dato de desempleo de mayo del 2020, que registró la cifra histórica de 21,4 %. En el caso particular de la construcción, el informe reportó, a mayo, la ocupación de 1’073.772 personas, lo que significó una variación anual de -27,1 %. Estos resultados, que según el gremio evidencian la imperiosa necesidad de hacer de la recuperación de puestos de trabajo una prioridad de la política económica y regional, estaban en las previsiones de los analistas sectoriales. De hecho, fue tema recurrente en los foros, lives y demás encuentros virtuales de junio a los que nos hemos adaptado en la cuarentena. Por eso, sin ocultar la preocupación de lo incierto que significa esta emergencia sin precedentes, el regreso a las obras ha sido una luz en el camino, que, de todas formas, como lo anota Camacol, “también deberá contar con estímulos al consumo y a la inversión, preservando el tejido empresarial y su operación con medidas de bioseguridad”.
En este punto, algunas de las estrategias del Gobierno han apuntado a retomar la productividad preservando la salud de los trabajadores por encima de todo; así está ocurriendo con el regreso a las construcciones, desde el 27 de abril, y con la apertura de las salas de venta, desde el primero de junio, lo que significa, sobre todo, el retorno de la mano de obra a sus empleos, que por obvias razones no podían desarrollar una labor virtual. Incluso, a ellos se suman los 36 subsectores adicionales que mueve la industria edificadora, entre ellos, las remodelaciones, los trasteos y los arreglos caseros que realizan especialistas, para citar solo tres. De estos últimos, incluso, escribí en la columna de finales de mayo con nombres propios y hoy los citó de nuevo: Mauricio Esquivel y Óscar Piña. Ellos, que han hecho empresa pintando construcciones y fabricando cortinas, respectivamente, en ese momento expresaron su preocupación por una eventual quiebra y hoy, tras la reactivación gradual de la industria y los permisos para ingresar a las copropiedades, tienen una historia de esperanza para contar, porque, definitivamente, “las obras deben continuar…”.
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